El Cocido de tu abuela

Tu cocido vs el Cocido de tu abuela

¿Qué hago? ¿Os pongo directamente la receta de mi primer cocido, el que sentó las bases de mi cocina no Pinterest en esta casa? ¿O dejo esa tarea para las compañeras que tienen mejor mano que yo y os detallo los errores que podéis cometer cuando una no ha nacido con alma de cocinera y además no sabe interpretar paso a paso las recetas?

Creo que optaré por una mezcla entre ambas. Mi madre, como mi abuela, nacieron con un don para la cocina. Sin necesitar seguir indicaciones ni consultar ingredientes, ni de ser unas apasionadas del mundo culinario, todo lo que cocinan lo hacen bien.

Bueno, mejor que bien. Por eso, cuando hace unos años yo era más joven y di el paso de independizarme de casa, me quise marcar un puntazo con mi pareja, muy aficionado a los platos de cuchara, elaborando un cocido, de esos de caldito blanco y sabroso, exactamente igual que el de mi madre.

Pero ni se me pasó por la cabeza consultar una receta, ni preguntarle a ella, sino inspirarme en lo que yo recordaba haber visto flotar en todos y cada uno de los platos de garbanzos que me había comido en casa de mi madre. A saber:

Ingredientes:

  • – Agua
  • – Pollo.
  • – Patatas.
  • – Zanahorias.
  • – Garbanzos.
  • – Jamón.
  • -Tocino.
  • – Huesos salados.
  • – Sal (por si fuera poco con toda la anterior).

Elaboración:

Estos eran los ingredientes que yo había podido ver a ojo y nunca me paré a pensar en que antes de que el caldo estuviera acabado, mi madre podría haber usado otros apaños que eran invisibles a la vista. Imitando a la gran figura de la cocina, Arguiñano, dispuse todos los ingredientes a mano y los coloqué directamente en la olla de agua fría.

Cogí una bien hermosa, para que al hervir no se me saliera el caldo y me pusiera la vitrocerámica perdida. La tapé y me desentendí de la olla durante un par de horas. En los anuncios de caldo envasado de la tele, te dicen que los han hecho a fuego lento durante 6 horas, con lo cual en un tercio del tiempo no correría ningún riesgo de catástrofe.

Error número 1. Un cocido lleva más ingredientes, aunque tú no los veas. Pide ayuda o busca una receta que te inspire y verás que detrás de ese caldo rico se esconden cebollas o puerro, nabos, costillas, añejo, manteca… Y otras cosas que o bien se disuelven o bien no se sirven en el plato.

Error número 2. Hay que probar lo que se cocina. En mi caso ¡el cocido estaba súper salado! No había puesto a remojo ni los huesos, ni el trozo de jamón, ni el tocino, y por si esa sal fuera poca, además le había añadido un puñadito antes de empezar, a ojo. Era un mejunje completamente incomestible.

Error número 3. Las patatas absorben la sal. Eso dice Arguiñano. Que si te pasas siete pueblos con el famoso condimento, puedes añadir unas patatas más al guiso, porque estás la absorberán, aunque luego te veas en otro problema y no sepas qué hacer con tanto tropezón.

Error número 4. Añadir más agua. Como el remedio de las patatas no era suficiente para desalar mi cocido experimental, decidí echarle algunos litros más de agua. Si litros, porque la olla era grande y allí había mucho que solucionar.

Error número 5. No quitarle al cocido esa espumilla que se forma según van hirviendo los ingredientes. Casi todo es grasa y y da un sabor añejo y que se repite a todo el plato.

Pues ni por esas, oye. Acabé teniendo que salir a comprar un túper mega grande porque había cocinado al menos cocido para 10. Eso sí, malo y salado como él solo.

Daba la sensación de ser sólo agua con alimentos hervidos flotando y nada más. Yo fui valiente y me comí un plato. Mi entonces novio cargo con su túper al trabajo y no fue capaz de cumplir con semejante hazaña.

El resto permaneció durante meses en el congelador, a la espera de que mejorase por sí solo, hasta que un día fue a la basura porque necesitaba ese espacio. De esto hace 7 años, y tanto me duró el trauma que hasta hace pocos meses no me he atrevido a volver a enfrentarme con un cocido propio.